miércoles, 13 de enero de 2016

Mentiras piadosas

En mi familia hay un problema tremendo con las mentiras. Pero no mentiras para ocultar algo groso que alguien se haya mandado, hacerse el boludo tras una cagada o joder a alguien. Mis padres (si es que es de ambos la idea, o de uno y el otro la sigue) tienen la mala costumbre de mentir para ocultar cosas, para evitar lastimar a otro. Desde ya que les sale mal.

El primer ejemplo que se me viene a la cabeza fue cuando yo tenía 13 años, mi hermano tenía 17. Empezó a sentirse mal, a tener dolores de cabeza, vómitos, etc. Le hicieron estudios y encontraron finalmente que tenía un tumor en el cerebelo. Yo me enteré de pura suerte («suerte»), porque escuché una conversación telefónica de mi mamá con una tía, donde le decía lo que pasaba. Ya hacía tiempo que sabían lo que tenía y a mí me lo ocultaron. «Fue para que no te preocuparas», lo que me dijeron cuando les pregunté por qué me lo habían ocultado. ¿Ayudaba en algo esa mentira? Eventualmente tuvieron que internarlo, un buen tiempo, y operarlo. Al pedo ocultarlo. Años más tarde, me enteré hace poco que no fue sólo a mí, sino que a ÉL MISMO le ocultaron la verdad de su situación. ¡Cualquiera!

Otro ejemplo es con una gatita que yo tenía, llamada Quincy, a mis 17 años. Un día se escapó y no la vimos más. Yo no estaba en casa, justo había ido a lo de una amiga del colegio (era el día del amigo casualmente, meh). Cuando volví me dijeron que se había escapado, y empecé a pegar carteles por el barrio y buscarla. Incluso llegué a ir a ver gatos siameses que la gente había encontrado a ver si era la mía (acompañada por mi madre). Por supuesto, jamás la encontré. Muchos años después, hace como cinco aproximadamente, me entero que en realidad a mi gata la atropelló un coche y la mató en el acto. Y ellos lo sabían, lo supieron en el mismo momento que se escapó. Me lo ocultaron por más de diez años. Si me pongo a pensar, ENCIMA, se hicieron los boludos cuando me acompañaban a buscar gatos que aparecían. Una locura.

A mí personalmente las mentiras no me gustan, menos este tipo de mentiras. Siempre voy con la verdad, por más dolorosa que sea, es mejor decir las cosas en la cara del otro (sea lo que sea) que vivir con la culpa de la mentira y lo que pueda pasar cuando se enteren. ¿De qué sirve pintar la realidad cuando uno sabe lo que realmente está pasando? Yo creo que no ayuda a nadie. Por años viví con el dolor de haber perdido a mi mascota, una gata a la que amé por completo, sintiéndome una inútil por no haberla encontrado. Y me entero que había muerto. ¿Me benefició en algo esa mentira? No, en nada. ¿A mi hermano le sirvió de algo que le dijeran que se quedara pancho cuando en realidad tenía un cuerpo extraño en la cabeza? Para nada.

Mi familia tiene esas cosas que realmente no entiendo. VARIAS COSAS.

2 comentarios:

Gildardo López Reyes dijo...

Pienso que ese tipo de mentiras las usan casi todos los padres. Es tan feo cuando te enteras de la verdad. Por otro lado yo creo que mi madre es la persona más mentirosa que conozco, se la pasa torciendo la verdad. No sé cuántos años tenía cuando le comencé a decir a mi madre: No me mientas. Pero es su naturaleza ocultar cosas. Pero es muy molesto.

Ya había venido a leer. Me había llamado la atención eso de zoqueta en el blog de Nefer, pero hasta ahora te comento.

Un abrazo.

Zoqueta dijo...

Pasan estas cosas, cada familia es un mundo, verdad? No entiendo por qué la manía de mentir. Lamento que con tu madre pase lo mismo.