lunes, 17 de octubre de 2016

Literario

Continuando con la maravillosa trilogía de Ken Follet, hace unos cuantos días terminé el segundo (sí, ya voy por el 20% casi del tercero, es la emoción). Sigo maravillada por la forma que tiene este tipo de escribir, es un placer a la vista.

En este libro, seguiremos los pasos de las familias del primer tomo, pero a partir del año 1933. El mundo queda bastante roto tras la primera guerra mundial y, lamentablemente, se va preparando para la segunda. Este es el momento en donde en Alemania el nazismo cobra un papel importante, aparece más fuerte la figura de Hitler, una de las personas más relevantes del siglo XX. Así que en esta oportunidad, además de seguir los pasos de la vida de las familias que veníamos leyendo en el primero también iremos conociendo lo que fue esta época tan oscura de la historia mundial.
Nos introduce al ataque de Pearl Harbour por parte de los japoneses, sus motivaciones y su avanzado armamento. También a la guerra civil española, y al desarrollo de la bomba atómica.
Traiciones por todos lados, espías, códigos que hay que descifrar, mucha política y, lamentablemente, muchísima muerte. Las barbaridades cometidas por el nazismo (aunque no toca puntualmente con detalle el tema de los campos de concentración, sí los nombra), pero también las que cometían los soldados comunistas tras conquistar territorio. Pienso yo que igual no tienen comparación.

Leyendo el tercero, ya puedo decirles que para mí, el mejor de esta trilogía es este. Tengo una obsesión con el nazismo (no los admiro ni defiendo, pero me parece increíble que haya sido posible que existiera una crueldad semejante). De todos modos, si investigara y leyera sobre historia de otros lugares del mundo, seguro encontraría algo similar en otro sitio. La humanidad no deja de sorprenderme.

Follet: usted siga escribiendo nomás, que yo leo.

jueves, 13 de octubre de 2016

Sin voz

Desde tiempos remotos la mujer ocupa un sitio complicado en la sociedad. Todos sabemos bien de qué estoy hablando. Desde no poder votar, a no tener derecho a salario digno, a que su cuerpo sea una cosa (como aquel derecho feudal «prima nocte» de robarse a la novia en su noche de bodas), a un sinfín de situaciones en que la mujer no estuvo en igualdad de condiciones que el hombre.

Estando en el año 2016 una pensaría que en algo las cosas deberían cambiar. Y en algo han cambiado. Pero la mujer sigue siendo una cosa desechable, golpeada, maltratada, violada. No sé cómo será en otros países (en algunos lo sé) porque no siempre nos llegan todas las noticias, pero acá en Argentina las cosas están complicadas. No a nivel «no se puede salir a la calle», pero hay demasiado loco suelto. Como los dos que asesinaron hace unos días a una chica de 16 años en Mar del Plata, sin piedad.

A los 16 años yo estaba en cuarto año del secundario. Amaba a mis amigos, me gustaba salir a bailar con ellos, salir a tomar, divertirme. Todavía no pensaba en sexo, ni en hijos, ni nada. No tenía novio. Me gustaba mirar dibujitos, leer, juntarme a ver películas en casa de algún amigo del colegio, dibujar personajes de animé. Fantaseaba con el piercing de la nariz que finalmente me haría al año siguiente. No tenía mayores precupaciones que cualquier adolescente de mi edad. Me aburría estudiar, y ese año me llevaría unas cuantas materias a diciembre.

Lucía también era estudiante del secundario. Sólo que a ella la cosa se le terminó rápido, cuando dos enfermos (uno de 23 y otro de 41) decidieron drogarla, violarla y finalmente empalarla, que fue el motivo que terminó con su vida.

Estas cosas ocurren hoy en día en el país donde me toca vivir. Y sé que no es acá solamente que se dan estas cosas, no quiero ni imaginarme las aberraciones que se deben cometer en otros lados, donde la situación es mucho peor. Ayer leí la noticia de esta pobre piba, y todavía me duele en el alma, como si la hubiera conocido. Entró en mi vida en el momento en que la suya había terminado.

¿Cuándo se va a terminar toda esta locura? ¿Hasta cuándo van a reinsertar a estos enfermos en una sociedad que ya está rota? ¿Quedarán presos de por vida o los soltarán eventualmente? ¿Se seguirá enojando la gente por unos graffitis en una ciudad (en Rosario, tras una marcha por la mujer el fin de semana que pasó) en vez de indignarse por la violencia hacia la mujer?

Yo disfruté mis 16 años, pero Lucía y muchas cientos de chicas más, ya no van a poder.

miércoles, 12 de octubre de 2016

12 de octubre

Acá en Argentina le cambiaron el nombre a esta fecha, de «día de la raza» a «día de la diversidad».
Diversidad.
Sin embargo, la historia nos lleva a 1492, cuando una persona llamada Cristobal Colón llegaba a nuestras tierras de América. Para mí la fecha debería llamarse de otra manera. «Día en que todo cambió». «Día del no respeto al hogar del otro». «Día en que unos pobladores aprendieron que todo lo que amaban estaba mal». Y se me ocurren miles.


Sabiendo lo que es capaz de hacer la raza humana, descarto por completo incluso un universo paralelo donde no se hayan asesinado sin miramientos a los pobladores originarios de nuestras tierras (y todas), pero a veces me encuentro pensando cosas como «¿Cómo sería hoy el mundo si REALMENTE existiera el respeto a la diversidad?».
12 de octubre.
 Yo no me olvido de la sangre derramada.

domingo, 2 de octubre de 2016

Literario

Estoy muy vaga para sentarme a escribir este año. No voy a poner excusas con florituras, es simplemente lo de siempre, para cuando tengo un ratito libre se me apaga el cerebro.
La lectura está un poco lenta también, aunque ahora con el libro que empecé estoy experimentando ese vicio que me lleva a leer incansablemente en cada momento que encuentro. Para no perder la costumbre, estoy leyendo una trilogía.
Y como este es el año de los libros «serios», me decidí a comenzar la trilogía del maravilloso Ken Follet (autor de uno de mis libros favoritos del mundo mundial: Los pilares de la Tierra) que trata sobre las muchas guerras y los muchos imperios que las comienzan: The Century.

Este primer libro nos sitúa en el año 1911, con la coronación de Jorge V (rey de Inglaterra). La historia nos va llevando por cinco familias desperdigadas por el mundo (Gales, Rusia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos) durante los años turbulentos que van desde esa coronación hasta el fin de la primera guerra mundial.
¿Qué es lo que tiene de grandioso esto? Que Follet utilizó hechos reales y personajes reales de la historia de nuestro mundo mezclados con los integrantes de esas cinco familias que salieron de su cabeza. Si bien la parte «novelera» de los libros fue creación del autor, se basó en hechos reales, y lo que es histórico no fue inventado. Es una perfecta combinación de realidad y ficción. Así, mientras que vamos conociendo a todos estos personajes y vamos viviendo paso a paso con ellos lo que era el mundo hace más de cien años, también vamos aprendiendo acerca de la historia real de lo que sucedió. Y no sé ustedes, pero yo al menos no tenía ni idea de lo que había pasado en esa época en Gales con el tema de los mineros, ni de lo que fue la revolución Rusa.
Ken Follet tiene una forma maravillosa de llevarnos por su historia, tiene esa manera de escribir y decir las cosas que hace que sea imposible no querer seguir leyendo. Tal es así que el mismo día que terminé este libro, me fui a recorrer el barrio buscando una librería donde me vendieran el siguiente, que ya llevo leído casi al 70%.
Si les gusta la historia, esta trilogía es muy recomendable. No es densa ni termina siendo un documental de los hechos cayendo en detalles tipo libro escolar sobre historia, al contrario. Es muy interesante, y uno se termina encariñando con las familias. Otra cosa que está buena es que esas familias no participan solamente en el primer libro, sino que en los siguientes vamos viendo qué sucede con las generaciones que los siguen.

En palabras del escritor: «Esta es la historia de mis abuelos y de los vuestros, de nuestros padres y de nuestras propias vidas. De alguna forma, es la historia de todos nosotros».