martes, 31 de mayo de 2016

Parate

En unas horas, Vendetta y yo partimos con mochila y valija a visitar a unas amiguitas del interior.
Acá el peludo dice que va a volver con fotos requete buenísimas y con, por supuesto, maravillosas anécdotas para compartir con todos ustedes. Ya se metió en la mochila como para que no me lo olvide, cosa que a veces suele suceder. Bueno, qué puedo decirles, soy una zoqueta desmemoriada.

Recibo el mini descanso de cinco días con los brazos abiertos. Lo necesito tanto como el aire que respiro. El 2016 se vino pesado en materia laboral y académica, no me dio respiro desde principios de año, con varios fines de semana encerrada en casa adelantando cosas. Cuando pienso que mañana me alejo de todo el quilombo por unos días, casi que lloraría de alegría.

¡A la vuelta las fotos e historias de Vendetta!

Por lo pronto, hasta la próxima semana :)

viernes, 27 de mayo de 2016

Deuda

Creo que en otras ocasiones he escrito acá sobre mi constante pelea contra el sobrepeso. Un atributo que llevo conmigo desde mi más tierna infancia.

Cuando iba a la escuela secundaria, en la clase de gimnasia para aprobar el cuatrimestre tenías que cumplir dos cosas: una, era hacer 100 abdominales por lo menos (eso sería el 10, pero mínimo 60 abdominales para aprobar). Otra, era correr unas 4 vueltas a la cancha de la escuela.
De más está decir que yo no podía hacer ninguna de las dos cosas. A la hora de loas abdominales, alguna compañera me "hacía la gamba" y mentía conmigo que hacía 60 abdominales. Jamás llegué a hacerlas. A la hora de correr alrededor de la cancha, cada vez que la profesora miraba para otro lado, yo aprovechaba para caminar y descansar. No me daban los pulmones ni las piernas para hacer esas vueltas.
Nunca me voy a olvidar de eso.
Además, le sumamos el hecho de que a los 14 años empecé a fumar. Llené mis pulmones de químicos pestilentes por más de 10 años.

Entonces: persona muy mal alimentada, con obesidad tipo 1 (al momento de cambiar su vida para siempre), con un nivel de sedentarismo peligroso (me dolían las piernas) y que encima fuma. Esta persona, en el año 2008 decide hacer un cambio en su vida: cambiar la dieta y empezar a hacer ejercicio.

No fue sencillo. Me costó muchísimo. Y si bien hoy todavía tengo un poco de sobrepeso, la energía y la resistencia no me la quita nadie. Me llena de orgullo.

Entonces ahora, comparto esta foto:


Una de las corridas de esta semana en el gimnasio. 3,5 km sin pestañar ni parar una sola vez.

Para algunos tal vez sea poco, o algo normal. Pero para mí es mucho. Para mí, la que no podía completar ni dos vueltas de la cancha a los 16 años, la que no podía correr el colectivo, la que la primera vez que quiso subir el Cerro Otto (Bariloche) allá por el 2003 tuvo que terminar haciendo dedo a los 10 minutos porque se desmayaba, la que no podía correr cuando empezó a ejercitarse porque el hipotiroidismo le daba taquicardia, a la que le dolían las piernas por estar horas sentada en la pc haciendo nada más que jugar online. Se lo debo a ESA nena, adolescente y casi mujer. Y de verdad, siento un orgullo enorme.

Voy a seguir entrenando para llegar cada vez más lejos.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Recetario veggie!

Si hay algo en esta vida que me gusta más que mucho, es la pizza. Y a veces me gusta experimentar y cambiar las bases, como para no comer siempre harinas blancas.
Hace poquito compré un libro del cocinero Pablito Martin, y entre varias recetas estaba ésta, que preparé con algunos cambios a gusto. Comparto para el que:
a) Le gusta la polenta.
b) Le gustan las cosas que son con forma de pizza pero no terminan de serlo.
c) Quiera comer algo rico y sano, rápido de preparar.

Pizza de polenta

Ingredientes:
Polenta C/N
Caldo de verduras (yo uso los sobrecitos de caldiet, que no tienen grasas ni nada)
Sal
Salsa de tomates
Verduras para poner arriba:
Morrón
Zapallito verde
Cebolla
Aceitunas

Preparación:
Primero vamos a preparar la polenta, en agua hirviendo con caldito (queda más sabrosa) y un poco de sal. Hay que prepararla de manera que no quede espesa sino más bien tirando a durita. Que no tenga grumos pero que sea difícil revolverla, cosa que cuando se enfríe quede bien dura y no se rompa. Yo usé la que se hace en un minuto y quedó genial.
Por otro lado vamos preparando las verduras.
El morrón lo asé al horno hasta que se empezó a oscurecer la piel (unos 20 minutos). Luego se pela y queda listo para cortar en tiritas y usar. Saltee la cebolla con el zapallito cortado en tiras.
Armado: Se coloca en una base de tarta aceitada (yo lo hice con oliva) la polenta, que quede bien parejita. Arriba se pone la salsa de tomates que gusten, y luego se acomodan las verduras y las aceitunas. Se lleva al horno unos 15 minutos para que dore la base y voilà. Un almuerzo rápido, rico y sano.


¡Provechito!

jueves, 19 de mayo de 2016

La negra

Pienso que para mis padres siempre fui un bicho raro. Especialmente para mi vieja. Desde chica me caractericé por ir, digamos, «en contra» a lo establecido en mi casa. Y si vamos al caso, creo que podría decirse que en contra a lo establecido en la «sociedad normal». O al menos hace un tiempo pensaba así.

Mi primer rebeldía sucedió cuando era muy joven. Tenía 12 años. Me habían cambiado de escuela a una de doble turno para los últimos tres años de primaria, dejándome con unos problemas de autoestima que aún al día de hoy, con 20 años más, no terminé de superar. Cuando llegué a los 12, inconscientemente creo yo porque aún no pensaba tanto las cosas, decidí que NO iba a ir al secundario que mi viejo ya había elegido por mí (El Nacional Buenos Aires) y logré que me dejaran anotarme en la escuela técnica a la que quería ir. La segunda fue a los 14 años con el cigarrillo, cosa que se enteró sólo mi mamá pero cuando ya hacía unos cuantos años que fumaba. A los 17 me hice mi primer piercing, en la nariz. A los 21 mi primer tatuaje (ya tengo 10).

Así fueron sucediendo, cosas que para mi familia eran «anormales». Mi viejo es de la vieja escuela, mi hermano un soldadito (bien cerrado en sus ideales e ideas de vida). Y mi mamá, nada. No sé ni cómo describirla.

Y acá estoy yo, con 32 años, aun haciendo pequeños actos «de rebeldía». Rebelándome contra el mundo, contra la vida misma. La más reciente fue mi veganismo, que apareció en enero de este año.

Pero lo que fui notando con el tiempo, es que a medida que crecía, mi vieja dejaba de reaccionar mal a mis locuras. Empezaba a interesarse, de alguna manera. Los tatuajes los odiaba, aun cuando sabe que me estoy por hacer alguno tira la bronca, pero luego me pregunta de qué se tratan. Y va por la vida contándole a algunas personas de su confianza sobre «la loca de su hija que tiene todo el brazo tatuado». En lugar de seguir atacando, se ablandó, y hasta muestra interés. Algo que no deja de sorprenderme.

El próximo domingo festejamos en casa el cumpleaños N° 86 de mi tía, la hermana mayor de mi papá. Como buenos argentos que son todos van a hacer asado, y yo estaba pensando qué llevarme para comer. Hoy me llamó hace un rato y me dijo «me enseñaron a hacer knishes de papa y de espinaca, los podés comer porque no tienen nada, así que les voy a cocinar para el domingo».

Por ahí es una tontería, pero son pequeños gestos de amor que recibo con sorpresa, porque no estoy acostumbrada. Yo, la oveja negra de la familia, la que siempre se sintió fuera de lugar. Miren con qué poco me conformo. Sólo necesitaba un poco de apoyo y de afecto.

--
P/D: Acabo de recordar uno de mis últimos actos de locura que casi atentan contra la sanidad mental de mi familia. A los 23 años conocí y me enamoré de un metalero de tupida barba y pelo largo hasta el culo. Mi vieja casi se muere infartada. Guess what? Me casé con él hace medio año :)

miércoles, 18 de mayo de 2016

Estrés

Hace casi un mes que no escribo en el blog. No, no me morí todavía (?). De ese mes, dos semanas fueron de trabajo intenso. No es cosa sencilla llevar al día dos trabajos completamente diferentes entre sí, y sumarles una carrera. Ah, sí, la facultad este año viene heavy metal. No por lo complicada en general, pero las materias dejan mucho que desear y me cuesta estar al día.

Casi no tuve tiempo de leer, con eso les digo todo. Había empezado un libro sobre orcos, pero pienso que todavía no estoy preparada para volver a la carga con la fantasía. Me aburre rápido. El fin de semana me compré un libro del mismo escritor de El niño con el pijama de rayas, y me atrapó ya en las primeras páginas.

Está llegando junio, recién mitad de año, y ya se me quemó el cerebro casi por completo. Por suerte a fin de mes me llegan unos días de descanso en el sur del país, con dos amigas de la facultad. Obvio que Vendetta se va conmigo, no puedo negarle el placer de volver de vez en cuando a su lugar natal.

¡Prometo volver más seguido! Por el momento volví a mi trabajo regular de siempre nomás, y aunque sea ya tengo tiempo de leer un poco y aflojarle al coquito. Aunque siempre me hice un ratito para leer a los amigos que tengo por aquí.