viernes, 26 de febrero de 2016

Cansadeited

Por fin se terminaron los exámenes finales de segundo año. 5 en dos semanas, algunos pesaditos. Por suerte ya tengo las notas, todos aprobados. Lo único que me jode es que hay uno que me arruinó el hermoso promedio, pero qué se le va a hacer (escapa de mí, es que hay un profesor al que tal vez no le caigo muy bien). Detalles. Pero lo bueno: Ya empiezo tercero. Mi último año de cursada antes de la tesis.
Estoy tan cansada que me dormiría acá sentada, escribiendo.
En verano no suelo tener mucho trabajo pero febrero, desde mitad de mes hacia acá más o menos, me está aniquilando. Planos, especialmente. Ir a medirlos y luego sentarme a dibujarlos.
* Quiero terminar de leer IT para poder arrancar todos los libros hermosos que tengo esperándome y siento que nunca llego. Voy por la página 950 más o menos, de 1500. Lo peor es que es un libro fascinante, así que quiero terminarlo.
* Empecé a ver True Blood para descansar del estudio. Me vi las dos primeras temporadas completas y la mitad de la tercera. La segunda temporada parece un chiste, una mezcla de película trucha de Guillermo Francella (tipo "Bañeros locos" o algo así, ni sé si él actúa pero creo que se entiende la idea). Cuando estaba con la tercera decidí leer la sinopsis en wikipedia y me di cuenta que la serie es cualquiera. Una pérdida de tiempo. Abandonada y olvidada.
* No sé si es el veganismo o qué pero estoy corriendo más tiempo y más kilómetros cada semana. Punto para mí. Y estoy aprendiendo muchas recetas riquísimas para no aburrirme comiendo siempre lo mismo.
* Tengo sueño.
Ya sé que volví hace dos meses del viaje, pero... ¿Queda muy mal si les digo que necesito vacaciones?

jueves, 18 de febrero de 2016

Éire

El verano en Buenos Aires está bravo y no da tregua. Las temperaturas no bajan de 30, 29 cuando el sol se levanta amable. A veces no corre aire, las actividades diarias se hacen densas, ni les cuento el ir al gimnasio (pero qué remedio, con estas caderas no me queda otra). Estoy molesta y encima preparando finales (cinco entre esta semana y la que viene). Y ya sé que no hace ni dos meses que estoy de vuelta en casa, pero la puta cómo extraño las islas.
Lo primero que me viene a la mente es ese clima, fresco, a veces muy frío, que te azota y te obliga a salir hasta con gorro. CÓMO AÑORO USAR UN GORRITO.
Justo ayer me topé con la novedad (medio tarde porque fue en noviembre, pero soy lela) de que la banda irlandesa The Corrs sacó nuevo disco y, además de darme una panzada tremenda, me puse a pensar que yo estuve en Irlanda. Yo tuve la suerte de pisar tierra irlandesa y, de esa manera, cumplir uno de mis grandes sueños. Porque soy una freak de lo celta, de todo lo que tiene que ver con Irlanda, veo un trebol y me emociono. Sí, así de tarada.
Así que para rememorar algo de hace poquito, les comparto un tema nuevo de The Corrs, y unas fotos de ese hermoso país. ¡Quiero volver!



Cliffs of Moher


Florecitas de un jardín


Paseando por el jardín del castillo de Dublin


Una parte de dicho castillito


Hill of Tara


Bective Abbey


Monasterboice


Phoenix Park


Otra del parque, ¿no es precioso?

Dato nerd curioso sólo porque es sobre el post: En el parque este, Phoenix (que está en Dublin) casualmente se filmó parte del primer video ever de The Corrs: el de una de sus canciones más conocidas, Runaway. MUERO DE AMOR.


Me voy a soñar de nuevo con Irlanda. Con ese verde, esa música, esos pubs, esa cerveza y esos irlandeses simpaticones.

jueves, 4 de febrero de 2016

The Fox and the Star

No me crié en una familia donde fuera una costumbre leer cuentos a los hijos o contar historias antes de dormir. Siempre fui una lectora solitaria, de chica le tomé cariño a los libros y ya de grande se convirtió en mi pasatiempo favorito. Algunos miran tele, otros salen mucho, otros juegan a algo... yo leo. Y leo mucho. Siempre fue así.
Pero no sé por qué. Son esas cosas que de pronto se convierten en parte de uno. Y tampoco sabía que era tan lindo que alguien te leyera. Lo empecé a ver en las películas. Uno no entiende que algo le falta o que algo está mal cuando está acostumbrado a vivir de cierta manera. Casualmente leyendo ahora un libro de Stephen King (IT), en una parte que hablan de un personaje que siempre anda solo, dicen que él no sabe que está solo porque no sabe qué es la soledad. Simplemente es algo a lo que siempre estuvo acostumbrado, algo que para él es "normal". Para mí fue normal que no compartieran esas pequeñas cosas conmigo. Hasta hace poco, que una amiga me dijo que el padre siempre le leía, o que mi marido me dijo que su padre le cantaba canciones (mi suegro toca la guitarra, es músico) nunca me detuve a pensar en que eso a mí me había faltado. ¡Y la cantidad de cosas que me habré perdido!

Cuestión que yo nunca tuve lecturas de cuentos de niños. Me han regalado libros para chicos, pero los leía sola. Muy pocos. Pero jamás esa cosa de leer una historia mágica para soñar como es debido, cuando uno es chico y tiene la imaginación a flor de piel.

Recorriendo una librería, mi marido se topó con un libro y decidió que yo tenía que leerlo:


Este hermoso libro, de tapa dura, llamado El zorro y la estrella. El libro más vendido de Waterstones (una cadena de librerías en el Reino Unido) el año pasado. Ya de por sí, para el que no sabe, amo los zorros. Me parecen de las criaturas más maravillosas del universo, más hermosas. De hecho, uno de mis tatuajes favoritos lo representa. Creo que ese detalle, sumado al hecho de que algo lo hizo a él sentir que ese libro era para mí, me llevaron a comprarlo.


Mi zorrito :)

De por sí, la edición es una preciosura. El olor que tiene, la textura de sus hojas, los dibujos que hay adentro. Todo acompañan a la historia creando magia. El zorrito que es amigo de una estrella. El zorrito tímido, que tiene miedo a todo, tiene una sola amiga que lo acompaña todas las noches. Un buen día la estrella desaparece, y este pequeño saldrá a buscarla.


Este libro es absolutamente maravilloso. Me hizo sentir tristeza y alegría en pocas páginas, me hizo soñar, lo amé. Siento que si alguien tiene un hijo o alguien especial chiquito a quien leerle, debería leerle este libro. Si yo hubiera tenido a alguien que me lo leyera cuando era chica, estoy segura que habría sido muy feliz. Aun así, con 31 años, lo disfruté como si hubiera sido una nena. Y después de leerlo, mi marido se acostó en la cama a mi lado y yo se lo fui contando, mientras le mostraba los dibujos de cada página. Yo tuve la oportunidad de compartir ese momento, de leer este libro a alguien que amo. No puedo explicarles con palabras la magia que estas pocas paginitas me generaron.

Si tienen hijos, si tienen sobrinos, primitos que les gusta leer o que les lean... esta sería mi primer recomendación. Es realmente hermoso.