lunes, 8 de julio de 2013

A place called home

El mes que viene se cumple 1 año desde que convivo con mi novio (sin padres de por medio), alquilando un departamento muy bonito de dos ambientes. El tema es que acá (en Buenos Aires al menos, no sé como será en otros lados) el segundo año de contrato de alquiler aumenta, en general un 20% (con suerte, a veces 25/30%) sobre el valor del primer año, y como las expensas también decidieron aumentar copiosamente desde que vivimos acá, empezamos a buscar otras opciones.

Lo malo de mudarse -de nuevo- es que para entrar en un departamento te arrancan la cabeza. Mínimamente son 4 meses, entre el depósito, el mes adelantado y los honorarios de la inmobiliaria (a menos que tengas la suerte de conseguir por dueño directo), y a esto a veces hay que sumar impuestos y las firmas ante escribano para el contrato, y demás. Resumiendo: se te va fácil la mitad de la plata que pudiste haber ahorrado en un largo período de tiempo.

Y lo peor de todo, es volver a lidiar con los avisos.

Fotos que muestran cosas que no son, precios desorbitados, y pequeñeces que te terminan hartando.

Uno de los que fuimos a ver, fue uno que nos recomendó una inmobiliaria que llamé preguntando por otro que ya estaba reservado. Ya ir a ver algo de lo que no viste fotos, es complicado. Pero, el precio del alquiler nos dio a entender que sería un lugar medianamente pasable, además que por teléfono nos dijeron "está en buen estado". La primer mentira de todas. El lugar era viejo, despintado, con manchas de humedad gigantes, el baño todo manchado de sarro (hasta en la bañera), un desastre de principio a fin. La terraza estaba llena de agujeros (por los que se filtraba la humedad que se veía en los techos de abajo), y encima nos dijeron que en medio año vendrían unos obreros a construir una habitación más ahí. "Pero serán 10 días nomás, no creo que los molesten". No, si a mi me encantaría tener la casa hecha un quilombo por meter una habitación más, tranquilo eh.

Otro era una especie de casa refaccionada dividida en varios departamentos. Aprovechando que había tres libres los vimos todos. El que tenía lindo el baño, tenía un living del tamaño de una caja de zapatos, y no tenía horno (estoy maravillada, es la primera vez que veo departamentos reciclados a nuevo que no tienen horno). El que tenía horno y todo, tenía el baño del tiempo del ñaupa, con sarro y todo lo de siempre. Y el que tenía un living enorme con hogar a leña inclusive, tenía todas las ventanas dando al techo de la gomería de al lado, donde cientos de distintos objetos de dudosa procedencia se oxidaban al aire libre (no me quedé lo suficiente como para verificar si en efecto también habría ratas). Ah, este tampoco tenía horno. ¿La gente tiene hornos abajo del brazo cuando se está por mudar? Misterio.

Al final, de tanto ver avisos, tanto llamar, tantas fotos que te tiran abajo y otros tantos lugares que fuimos a ver, notamos que no hay nada en precios razonables que sea por lo menos parecido a este donde estamos alquilando ahora.

¿Moraleja? Y bueno, nos aumentan el alquiler el mes que viene, pero es lindo el departamento podrido este. Nos apretaremos un poco, gastaremos un poco menos (o ahorraremos menos mensualmente), pero por el momento en este lugar encontramos un sitio al que llamar "hogar" que no pudimos ver en todos los otros que anduvimos mirando.

Hasta que aparezca otra cosa, querido departamentito, seguirás siendo nuestra cucha.


Mi parte favorita del departamento :B

1 comentario:

Leonora dijo...

A mi también me aumentan el alquiler el mes que viene: bajón. Encima el miserable del dueño nunca nos dio la plata de las rejas.