domingo, 6 de marzo de 2016

La vida del veg

El 9 de enero compartía esta nota, donde decía que quería hacerme vegana pero que aún no lo empezaba. A los dos días lo hice.

Viviendo un país donde consumir carne es, supuestamente, «la gracia de ser argentino», y donde la gente que no le gusta tu forma de comer te va a atacar con los argumentos más molestos del planeta; puede resultar de buenas a primeras una cosa difícil esto de dejar de comer animales. En los supermercados argentinos casi no se consiguen alimentos veganos. No se venden leches como en otros lugares, no hay opciones de quesos, no hay yoghurt ni postrecitos, sólo unas pocas cosas pero que se ocultan entre los productos diarios de siempre: hay que saber buscarlas. Hago estas aclaraciones porque sé que en los países vecinos es más fácil encontrar opciones.
¿Dónde consigue el argentino las cosas de este estilo? En algunas dietéticas (no todas), pero más que nada de la mano de emprendimientos que se dedican a cocinar y vender. La otra opción: aprender y cocinarse uno mismo las cosas. La materia prima se consigue casi toda, salvo algún que otro ingrediente que veo en recetas (como ser sirope de maple) que no son realmente necesarios. Pero el tema es ese, darse maña en la cocina.

Como a mí me gusta cocinar, estoy en etapa de aprendizaje. Ya aprendí a hacer una leche de almendras que la rompe, es exquisita. Para las pizzas por ahora uso queso de papa o queso de tofu, ambos muy sencillos de hacer, que tienen una textura parecida a un queso muzzarella derretido y un rico sabor (especialmente si se los prepara con levadura nutricional sabor queso). Y voy mirando recetas cada día, metiendo cosas nuevas, aprendiendo, instruyéndome. Además de disfrutarlo porque me gusta lo que estoy haciendo, lo disfruto porque me divierte.


Ahí algunos ejemplos de lo que estuve preparando estos últimos meses: cuadrados de polenta, sandwichs con seitán y verduras, medallones de vegetales, arroces salteados, tarta con verduras y tofu, apple pie, veganesa de ajo (una mayonesa exquisita, y lo mejor de todo es que no me da alergia como la otra), tofu marinado y salteado, muffins de arándanos, pizza con queso de tofu y empanadas de carne de soja. Ahí entremedio una foto de mi alacena, ahora llena de ingredientes y más ordenadita (no les voy a mentir, esa foto es de ayer, antes era un quilombo).

A los no veganos: no se preocupen que no me caracterizo por ser profeta ni es de mi interés escribirles acá sobre lo malo de la carne o lo bueno del veganismo. Simplemente porque a mí no me interesa. Yo hago lo que hago porque me hace bien y me hace feliz, al que le interesa y quiere saber con gusto le cuento lo que sé e investigué; pero no es mi idea «joder» a nadie. Compartiré recetas y anécdotas, y cosas copadas que encuentre para el que le interese.

Ahora, si me disculpan, voy a comerme mi sambuche de seitán con unas ricas verduras.

¡Provechito!

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