lunes, 7 de marzo de 2016

Literario

Cumplí con algo que me enorgullece: terminé de leer un libro que tiene un payaso en su tapa. Y encima no es cualquier payaso: es un payaso DIABÓLICO.
De Stephen King no leí mucho, este es el tercero que agarro. Diría el cuarto, pero Apocalipsis nunca lo pude terminar (shame on me). Pero de los que leí, hasta ahora, es el que más me gustó.

Debo confesar que la película basada en este libro la vi por primera vez hace dos años. Los payasos y yo no nos llevamos bien (traumas de la niñez que hoy, al menos, no vienen al caso); así que me tomé mi tiempo para darle la chance. Claro que a mi edad me pareció una pavada, si encima le sumo que ya es una película bastante vieja (1990). Hace poco tiempo le regalé este libro a mi marido y le prometí que algún día lo iba a leer, especialmente porque el muchacho quedó loco de contento.
Este muchacho Esteban Rey (!) nos introduce en una ciudad llamada Derry, donde pasan cosas extrañas. Niños desaparecen y cuando los encuentran (si es que los encuentran alguna vez), aparecen flagelados, desmembrados, con rostros horrorizados. ¿Qué es lo que pasa en Derry? Muchas cosas. Y Esteban no pierde el tiempo en contarte casi TODO. A veces se sale de tema y te cuenta cosas de otros personajes que casi no tienen nada que ver con la historia central, o se pone a contar chusmeríos de Derry cual vieja cualquiera de barrio. Puede llevar a tornarse un pelín pesado, después de todo son 1500 páginas y creo que uno tiene derecho a quejarse cuando este muchacho se va de tema. Pero en líneas generales no tengo absolutamente nada que reprocharle. Sólo que te hace esa maldad de tirarte datas entremezcladas y hasta que no terminaste lo último no terminás de enterarte REALMENTE de qué se trata todo. Pero esa es una de esas maldades que a un escritor le admiro mucho.

Y ahora me fui por las ramas yo. Decía, Derry. Un grupito de amigos que se van conociendo de a poquito (la introducción de cada uno en la vida del grupo es maravillosa), que se pelean con los malotes de la escuela, que encuentran apoyo entre sí, con unas historias familiares tremendas. Una hermosa historia de amistad, con el condimento de que todos saben que algo anda mal en Derry. Y todos empiezan a sospechar QUÉ es eso (guiño) que anda mal. Y estos niños, tan jóvenes (ni siquiera de secundario) juntarán el coraje suficiente para enfrentarse a este mal que asecha la zona.

Algo que me gusta mucho de esta historia en particular: Eso se presenta con distintas formas (generalmente el payaso horrendo ese), pero luego va a tener SU forma. Explicación hay. Van a saber quién es, de dónde viene y por qué hace lo que hace. Y la explicación es genial. Aviso porque a veces pasa que uno se fuma todo este libraco y no se aclaran la cosas, pero no es el caso, gracias a Odín. Acá todo se explica, todo se entiende y todo cierra. Resumiendo: un éxito.

¿Me asusté? Sí. Con una de las muertes en particular sufrí un poco, no es que tuve pesadillas pero no pude dormir. Estuve dando vueltas en la cama varias horas, masticando la descripción, imaginándola. 
¿Sigo teniéndole miedo a los payasos? Obvio, pero no MÁS que antes. Porque el payaso es una forma.

Si les gustan las cosas de terror, no dejen de leerlo. Es uno de esos clásicos que valen la pena. Es largo, sí, pero realmente lo vale. Por ahí no lo van a revolear o poner en el freezer por el miedo que les va a dar, pero van a tener un par de escalofríos asegurados.

Señor Rey, debo leer más cosas suyas.

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