viernes, 2 de octubre de 2015

No puedo usar anteojos de sol a la noche

Un día, al señor Domingo Faustino Sarmiento, se le ocurrió (entre tantas ideas pelotudas que tuvo) que la ciudad quedaría muy linda con sus veredas llenas de cierto arbolito conocido cariñosamente como plátano.
Este arbolito no sólo tiene unas raíces que levantan la vereda más jodida, sino que encima, sus semillitas van protegidas con una pelusa hedionda que genera una acción alérgica en ciertas personas.
OBVIO, soy una de ellas. No podría ser de otra manera.
Así que hace unos días estoy sufriendo como una condenada, porque no sólo estamos en primavera y la pelusa de la recalcada concha de su hermana nos saluda cada día, sino que encima hay un viento de la gran siete que las revuelve para todos lados.


Así vuelvo a casa todos los días

No podía poner un árbol de vereda que no jodiera este tipo. No. El tenía que elegir un árbol europeo, porque es re fashion tener cosas europeas en Buenos Aires gordi, un árbol que lo único que hace cuando llega la primavera es romper las pelotas. En la época en que uno está esperando, feliz, que los árboles florezcan y saquen sus hojitas nuevas para regocijarse la vista con el verde de la nueva vida (!), nos fumamos la mala idea de un gilastrún que desde el quinto infierno se nos caga de risa.


Ayyy qué lindos los platanitos, miren esos colores, ay la vida qué hermosa, qué feliz que soy.


Ohhh, las hojitas nuevas, el verde. Ay mirá, tiene bolitas, qué lindo arbolito.



LA PUTA QUE TE PARIÓ.

2 comentarios:

Lordchecho dijo...

jjjajaja que hdp, como me hiciste cagar de risa. Sobre todo porque por acá también están esos arboles del orto

Zoqueta dijo...

Es que seeeeeeeeeeeee, justamente cuando fui para tus prados (y alrededores) me di cuenta que ese árbol del ojete allá también abunda. Pero no es oriundo de acá. ¿No podían traer otra cosa menos insopor?