martes, 6 de octubre de 2015

Alzheimer

Creo que estoy al límite de lo que da mi cerebro.

Este año tuvo (y todavía falta) de todo. Fechas importantes, momentos en que me quise matar, mucha pena, mucha alegría. Y estos últimos meses me trae un casamiento (¡en un mes!), un viaje soñado y mucho, MUCHÍSIMO trabajo. DEMASIADO.

Me doy cuenta que estoy pasada porque ya no recuerdo nada. En general me pasa que alguna cosita me olvido. Algún llamado que anoté pero nunca avisé por distraída, algo que tenía que hacer y se me pasa, pavadas de la vida diaria. Pero estos días ya estoy en cualquiera. Me olvido de trabajos que me piden los clientes, hoy me llamó uno diciéndome "me re colgaste". Sí, te colgué chabón, me olvidé por completo de tu existencia y lo que tenía que hacer. Tengo que traer o llevar cosas a lo de mi vieja y lo recuerdo cuando llego a mi casa a la noche. Me olvido de ir al médico, esto ya es triste. Tengo que sacarme sangre y hacerme los análisis hace como tres meses y se me pasan las semanas sin que yo me de cuenta. Todavía vengo zafando con la facultad porque me obligo a entrar todos los lunes a ver qué hay que hacer. Mi nerda interior no me permite colgarme con eso (y además con lo que me hace doler el bolsillo, más vale darle duro).

Voy a tener que empezar a pegarme los post-it en la jeta, porque claramente tener un calendario donde anoto lo que tengo que hacer (VALE MIRARLO, CRIATURA ESTÚPIDA) o pegarme post-it en el monitor del trabajo no es suficiente.

Necesito vacaciones. En realidad, necesito que el teléfono deje de sonar y que los mails dejen de llegar. O no darles bola. DEJEMEN EN PAZ.

No hay comentarios.: