martes, 5 de mayo de 2015

Literario

Hace un tiempo encontré uno de mis guilty pleasures de la mano de la escritora española Laura Gallego, cuando me topé con Donde los árboles cantan allá por el 2013.
No volví a leer nada de esta autora hasta que ahora me regalaron este libro, el más nuevo, publicado hace muy poquito.

Creo que uno de los errores que uno no debe cometer al leer un libro de un escritor X muy bueno es emocionarse, al punto de esperar con ansias que el siguiente libro que lea sea igual o mejor que el anterior. En mi caso, superar el de Viana y Uri no resultaba tarea sencilla, y desgraciadamente no pudo suceder. También pienso que, en parte, la culpa es mía porque recién terminaba de leer Los pilares de la Tierra, una obra maestra de Ken Follet, que te deja como un vacío difícil de llenar.
Cuestión que acá estamos. La historia trata la vida en un reino mágico desde la perspectiva de las hadas madrinas. En vez de leer sobre princesas y aventuras, esta vez lo que vamos a estar leyendo es lo que piensan y cómo hacen sus magias distintas hadas madrinas, especialmente Camelia, que es la protagonista. Camelia es un hada centenaria, como muchas de sus amigas, y se ocupa con mucha responsabilidad de tener contentos a sus ahijados, y tiene más de uno con problemas complicados. Pero el que sobresale en esta trama es Simón, un chico pobre que no es hijo de reyes ni nada, ni tiene marcas de héroe. Un simple chico que se enamora de la chica equivocada, pues sus deseos de amor son difíciles de hacer realidad, ya que ella es la heredera del trono de Vestur.

Ahora bien, la primer parte del libro es muy lenta y sentí que no pasaba nada. Se presentaban personajes, contaban cosas, pero nada relevante. De pronto las cosas con Simón se empiezan a complicar y Camelia tiene que tomar una decisión, lo que hace que la trama de un giro y cambie casi por completo.

Todavía no estoy segura si me gustó poco porque la historia no me atrajo como en su otro libro, o si es que realmente fue difícil superar el pedazo de libro que terminé; pero la cuestión es que este en particular no me llenó de alegría como pensé que sucedería. Lo sentí lleno de clichés (en este tipo de historias sé que es común pero, así y todo, un exceso siempre me molesta), y lo que sí no me gustó casi que para nada fue el final feliz medio forzado, como si fuera una obligación que la historia terminara bien para todos.

El hecho de que la historia se apoye en las hadas y no en las princesas como siempre resultó muy positivo. Pero siento que algo le faltó. No sé si diría que es un libro de público infantil porque tiene un par de partes con situaciones medio macabras, así que no viene por ese lado la falta de satisfacción literaria. Me da mucha pena porque es una escritora a la que sigo, de hecho tiene en su poder una trilogía que de cualquier manera la voy a leer porque me llama mucho la atención (Memorias de Idhún), y tal vez esperaba más de este. De todas formas, en otro momento de la vida que me encuentre en otra situación mental, seguramente le volveré a dar la oportunidad que se merece. Después de todo, la primera vez que leí El Hobbit me pareció un embole marca cañón; y luego cuando lo volví a leer (y pude terminarlo, cosa que la primera vez no) me encantó.

Ah, igual no digo que sea malo. Es un buen libro, una historia interesante y está para darle una oportunidad, especialmente si te gustan los mundos mágicos. Pero no es lo que esperaba.

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