Esta vuelta la cosa cambiaba. TODO eso que compramos de a poco lo teníamos que mover, así que para mí fue como mudarme por primera vez. Hasta tuvimos que bajar el aire acondicionado porque la dueña del departamento anterior no se lo quiso quedar.
El lugar nuevo es más espacioso, y si bien necesita algún que otro arreglito -como la cocina, que está medio podrida y tengo miedo de prender el horno- es mucho más lindo, y tiene un patio precioso. Está bien ubicado, es mucho más barato, en fin: estamos contentos.
Lamentablemente aún no podemos disfrutar al 100% la felicidad porque la dueña del departamento anterior sigue sin querer rescindirnos el contrato, algo que debería haber sucedido hace casi 10 días. A base de mentiras y diciendo que le rompimos todo (está loca) terminamos llevando un plomero para arreglar las tres boludeces que nunca anduvieron, y que yo notifiqué a la inmobiliaria, claramente algo que nunca le avisaron a la señora esta.
Así que ahí andamos, tratando de disfrutar nuestra casa nueva, y haciendo todo lo posible por pedirle a esta señora que nos rescinda, para dejar de ser inquilinos de dos lugares diferentes. Eso sí, en cuanto me firme los papeles, UNA puteada se come, mínimo.
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