miércoles, 18 de febrero de 2015

La bella Italia

Italia es un país muy bonito. Da para hacerse un viaje y conocerlo de punta a punta, tiene una variedad de paisajes increíbles. Yo tuve la oportunidad de estar sólo en algunas ciudades, pero ya entre sí son bastante diferentes y cada una con una hermosura propia: Roma, Venecia, Florencia, Génova, Torino, Pisa. Lugares increíbles, llenos de arquitectura, de esculturas, historia.

Fue en ese país donde encontré una de las iglesias más bonitas que vi en todo el viaje: la de San Marcos de Venecia. Hermosa, por dentro y por fuera. No soy católica pero tengo fascinación por la arquitectura, y la arquitectura religiosa me parece maravillosa.


La plaza principal y ahí atrás, la iglesia.


El símbolo de San Marcos.


Doña, ¿no tiene un euro pa' la góndola?

El Coliseo es indescriptible. Me imaginaba que me iba a sorprender, y casi me infarto cuando el guía muy suelto de cuerpo me dijo que no íbamos a entrar. Estaba incluido en el city tour panorámico (una modalidad de porquería, porque estás arriba del micrito ese y casi no te bajan, así que la mayoría de las cosas las ves desde la ventanilla), pero solamente lo veíamos de afuera. Así que aprovechamos el día libre, nos subimos al subte y enfilamos a ver el Coliseo. En la época que fuimos (enero) allá hace frío y es temporada baja, así que no hay tanta gente en ningún lado. La fila para entrar nos llevó unos 45 minutitos nada más, y enseguida teníamos esa increíble vista.


Callecitas internas.


Mirame esta maravilla.

Respecto a la famosa torre de Pisa, nunca me imaginé que estaría TAN inclinada. Pero lo está, y da impresión. Es impresionante ver semejante cosa con ese ángulo torcido y que se siga manteniendo en pie. Pero ahí está. No es por mala, pero creo que la torre inclinada es lo que le dio vida y ganancia a ese pueblo, porque fuera de eso no hay nada que llame particularmente la atención. Así que esperemos que siga así torcidita nomás.


:B

Otra de las cosas que hay que decir de Italia, es que como buena descendiente de italianos, quedé encantada con la comida. ¡Las pizzas! ¡Las pastas! A mí que no me gustan las pizzas gruesas, con ese queso aceitoso que se te chorrea por entre los dedos, estuve feliz comiendo esas pizzitas a la piedra, bien finitas, con la cantidad de queso justo. Y no son miserables a la hora de echarles las verduras arriba, todas eran generosas. Y me saqué las ganas de probar una salsa a base de trufa negra, un hongo muy especial y muy buscado en la gastronomía, pero que acá no había tenido el gusto de probar (nunca lo vi). El veredicto: exquisito.


Mirame estos ravioles, Roberto. Una cosa de locos.

Algo que me costó mucho fue aguantarme las ganas de hacer el típico gesto con la mano que todos relacionamos con Italia. Allá es un insulto, no está bien visto. Acá siempre que jodemos con amigos y hacemos como que hablamos en italiano, usamos la manito, así que realmente fue una tarea complicada la de aguantarse.


Esta es la famosa manito

Creo que fue uno de los lugares a los que tengo ganas de volver. Me quedé con ganas de recorrer un poco más las callecitas de Roma, de ver la Fontana di Trevi sin andamios (justo están en obras, así que no se ve casi nada), entrar a más iglesias, probar más cosas ricas. Y aparte hay un montón de lugares a los que me gustaría ir alguna vez. Sacando el detalle de que los italianos tienen un temperamento un tanto fuerte (ahora sé de dónde vengo), no son las personas más horribles que me crucé (esos serían los franceses), no tengo quejas sobre ese lugar.

Definitivamente, mi querida Italia, sos un país para volver a ver.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ohhhhh!!! Que genial!!

Ojalá yo algún día vaya a conocer aquellos rumbos, se ve que es todo muy bonito e interesantoso

Saludos!!!