sábado, 1 de junio de 2013

Literario

Si hay cosa que como fanática de los libros y las buenas historias me gusta, es encontrar la primer joya de un escritor nuevo. Esto de encontrar la primera (o la primer saga en este caso) de un escritor que acaba de mostrarse al mundo, y que encima sorprende, tiene que ser de lo mejorcito que uno, como ávido lector, puede pedir.

Hace varios años me topé con el primer libro de la maravillosa saga de El Legado, de Christopher Paolini, cuando a mis manos llegó Eragon, una novela increíble que contaba la historia de un muchacho joven criado en una granja, a quien el destino le traería a sus pies un huevo de dragón, de donde nacería su entrañable amiga y compañera de increíbles aventuras: Saphira. En esta novela aparecen las historias de los jinetes de dragón y comienza la historia de estos dos, quienes luego, entre otras cosas, deberán enfrentarse a un rey déspota llamado Galbatorix, entre otros enemigos que cruzarán en su camino.

Con el correr de los libros (4 en total) la historia se fue enriqueciendo, las aventuras no pararon, aparecieron más dragones, se develaron secretos, y algo que me encantó fue poder vivir con mis propios ojos la madurez del escritor. Si bien ya de por sí la primer novela me pareció fabulosa, más si uno piensa que cuando empezó a escribirla tenía solo 15 años (un capo), resulta apasionante poder sentir como la historia misma va creciendo hasta llegar a esta última novela que hoy, finalmente, tuve el placer de terminar.

En este último libro por fin vamos a poder leer el ansiado enfrentamiento épico entre Eragon y Galbatorix, pasando por otras tantas batallas que los vardenos (grupo de rebeldes que luchan  contra la opresión del rey) librarán, y con varias sorpresas en cuanto a dragones se refiere. Acompañando la madurez de la historia se puede palpar claramente la madurez de Eragon, que pasó de ser el joven inexperto y tranquilo de la primer novela a un magnífico hombre, soldado y jinete, honrado y centrado.
La batalla final se resuelve de una manera tan buena, que realmente quedé sorprendida. Eso es algo que también me encantó de este libro: me sorprendió. Si bien el final-final es cantado desde el principio, cómo se llega a ese final es lo que me gustó mucho. Me atrapó de principio a fin, como todas las otras novelas, a las cuales no les puedo criticar nada. Las pocas cosas que quizá molestan un poco, como esa constante e innecesaria repetición de los nombres ("Eragon se acercó a ella y entonces Eragon le dijo, blablabla"), llegando al final ya casi ni se nota, y tampoco es algo que le podemos acusar al pibe porque sea un novato. ¿Cuántos escritores que llevan tantos libros en su haber siguen cometiendo esa pequeña estupidez? ¡Muchos!

Lamento en el alma la pobre adaptación que quisieron hacer de esta historia allá por el 2006, con una película que al final quedó para el olvido. No sólo se tomaron todas las libertades que quisieron en cuanto a la historia (y no me vengan con el sermón de que "las adaptaciones son así", eso no fue una adaptación, fue una bastardeada), sino también en cuanto a la pobre, pobrísima elección de actores. El actor que hizo de Eragon no se parece ni físicamente (ni mentalmente), y no quiero ni empezar a hablar de la muchacha que encarnó a la elfa Arya. Un DESASTRE mayúculo, que no tiene perdón. El único que safaba en esa película era Jeremy Irons en el papel de "Brom", el tío de Eragon y quien le enseña a ser jinete, pero no fue suficiente para salvar la película. Realmente es una pena porque la historia da para hacer algo increíble, pero no sé si en algún momento alguien tendrá en cuenta esta saga para una remake como la gente. ¡Ojalá!

En resumen: una saga increíble, bien contada, prolija, llena de personajes y ciudades de esas que están tan bien descritas que te las podés imaginar tranquilamente mientras las vas leyendo. ¿Sos fanático del género y todavía no los leíste? Te levantás ya mismo de la computadora y vas a tu librería amiga. No tiene desperdicio.

No hay comentarios.: