El martes pasado, mirando el partido de Argentina/Suiza (decidí que los partidos del mundial, si bien me importan un bledo, los voy a mirar con mi viejo para hacerle compañía), el tipo me acercó hacia él, y me dio una especie de ABRAZO, antes de que diera comienzo el mismo. No fue algo de cábala ni nada por el estilo, de hecho él no está contento con la selección como la mayoría (que creen que salen campeones), fue...simplemente otra cosa. Estamos hablando de una persona cuyo único gesto de afecto que recuerdo, es envolviéndome bien bien con sábana y acolchado (le decíamos "hacer sanguchito") cuando estaba en la escuela primaria, antes de dormirme. Y después, algún que otro abrazo en medio del frenesí futbolero, cuando íbamos juntos a la cancha, allá por los años noventa.
Hoy, mi hermano llegó a casa de ellos con un problema personal, y lo primero que obtuvo departe de mi viejo fue un consejo. UN CONSEJO. DE MI VIEJO. Quizá no todos están al tanto, pero algo así de su parte es casi tan ilógico como esperar salir de tu casa y encontrarte una bolsa con 10 mil dólares en la puerta.
Llegamos acá a mi casa a tomar unos mates, y los dos nos mirábamos sin entender lo que habíamos escuchado. Este tipo, que jamás te da una palabra de apoyo, que jamás se sentó con ninguno de los dos a darnos un consejo, nunca un mimo desinteresado por el sólo hecho de mimar a un hijo, nunca nada; de pronto sale con estas cosas. Y estábamos los dos con una mezcla de miedo y duda. Claro...¿qué se siente tener este tipo de padre? ¡No lo sabemos! Mi hermano tiene 36, yo 30, y de verdad que no sabemos cómo reaccionar a estas cosas.
Por lo pronto, ya le avisé que el sábado le caigo con comida comprada a ver el partido contra Bélgica. De verdad que me da lo mismo todo, pero en el último que miré con él (el único que miré), sentí que había algo especial entre los dos. No sé cómo explicarlo.
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