jueves, 30 de junio de 2016

Inentendible

Casi siempre estoy haciendo algo. O tengo algo pendiente que hacer y no lo hago, pero SÉ que está ahí. Esperando. Paciente.
Hace más o menos una hora terminé el último plano que le debía a alguien. Se lo mandé por mail a la clienta, le dije cuánto era, bla bla. Listo. No tengo más planos por el día de hoy.
¿Para la facultad? Entregué uno de los prácticos obligatorios el lunes. El otro no puedo hacerlo porque la profesora no corrige nada ni responde dudas, y no sé cómo se hace.
Las 3 de la tarde. Todo en silencio.
¿Y ahora qué hago?

Cuando me ataca un tiempo libre así repentino, me agarra tan de sorpresa que no sé para qué lado encarar. ¿Me siento a leer? ¿Termino de limpiar mi casa así me lo saco de encima? ¿Aprovecho para mirar una serie? ¿Me voy a dormir la siesta como una campeona?

Me bloqueo. Me quedo en blanco. No sé qué hacer. Obvio, cuando estoy ocupada me quejo de estar cansada. ¿Y cuando soy libre? Me descoloca. La libertad me tomó por sorpresa.

Tras quedarme en blanco por más de media hora haciendo la nada misma, me parece que arrancaré por la limpieza.

Esto del tiempo libre, evidentemente, no es para mí.

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